Primera publicación el viernes, 28 de octubre de 2011, 17:56 en alemán en www.letztercountdown.org
Todos sabemos a qué se refiere el siguiente pasaje de la Biblia:
La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra. Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel. Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre. (Apocalipsis 10:8-10)
El libro abierto es la última parte del libro de Daniel a partir del capítulo 8 en adelante, que se abrió por primera vez por Guillermo Miller. Cualquiera puede leer en los libros El Conflicto de los Siglos y Cristo en Su Santuario, e incluso en Primeros Escritos, lo que ocurrió en los años cuando Miller comenzó a predicar. Él había estudiado la Biblia a fondo durante cinco años y había llegado a la conclusión de que Cristo volvería en 1843 (1844). “Comer el libro” de Daniel simbolizaba su estudio, y la dulzura en la boca del profeta simbolizaba la dulce esperanza de la pronta venida de Jesús.
Luego vino el Gran Chasco de 1844, y los que tomaron parte en el sintieron un gran dolor de vientre cuando tuvieron que tragar la amarga píldora, que la tierra no había sido purificada por el fuego, sino que el Santuario Celestial tuvo que pasar por un proceso de purificación que tardaría muchos años más.
Nuestra Doctrina del Santuario surgió de este único pero importante error de Miller acerca de la interpretación de un determinado versículo de la Biblia:
Y él dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado. (Daniel 8:14)
Después del Gran Chasco, nuestros pioneros reconocieron correctamente que el santuario que tenía que ser purificado no era el terrenal sino el santuario celestial. El 22 de octubre de 1844, Jesús no había venido, sino había comenzado el Juicio Celestial, el Día de la Expiación o Yom Kipur: El Juicio Investigador de los Muertos... que más tarde terminaría con el Juicio de los Vivos.
No les tocaba a ellos saber cuánto tiempo duraría el Juicio, pero nosotros los que vivimos en el fin del Juicio tenemos la necesidad de saberlo. Por la mañana, una persona va a trabajar sin preocuparse por el tiempo, ya que sabe que tiene todo el día, pero al llegar al fin del día, mira al reloj antes de tomar la decisión de comenzar una tarea nueva. De la misma manera, nosotros que vivimos en el fin del Día del Juicio necesitamos saber el tiempo para que podamos enfocar nuestro trabajo para Dios de la manera correcta durante los pocos “minutos” que quedan. Permítanme compartir con ustedes cómo esta cuestión se concretó en mi propia experiencia.
Señor mío, ¿cuándo será el fin?
A finales de 2004, me decidí a ir a Paraguay para hacer una obra misionera para Dios. Yo había orado por más de un año en vano, y me promocioné a mí mismo como profesor de inglés o ingeniero informático en muchos grupos misioneros adventistas, pero fui rechazado en todas a causa de mi “avanzada” edad de 45 años. Entonces Dios cambió mi situación financiera milagrosamente, por lo que después de un año de oración podría abrir una estación misionera con mis propios recursos. Dios había provisto para mí pagos mensuales por exactamente diez años a través de la herencia de mi madre, que durante 24 años yo había estimado como perdida. Eso me puso frente a una decisión difícil.
Yo estuve viviendo en la hermosa isla de Mallorca y había trabajado como especialista de computación independiente. Mis clientes eran en su mayoría alemanes ricos, que habían construido casas de vacaciones o de retiro en la isla. Hace algunos años mi negocio languideció más mal que bien, y muchas veces tenía que vivir de cheque a cheque. A menudo estuve a punto de terminar en la calle, sobre todo en la época de invierno porque no tenía clientes. Casi simultáneamente con la reapertura de la antigua herencia, mi negocio comenzó a prosperar después de haber sufrido durante ocho años. De repente, gané un proveedor de seguros grande y un famoso corredor de bolsa como clientes y el aeropuerto de Mallorca también me había contactado, porque tenía buenas referencias. No quiero dar cifras, pero de repente tuve tanto dinero en la mano que yo podría fácilmente haber alquilado el palacio de Boris Becker para mi residencia.
Cuando el proceso sobre la herencia (que yo ni siquiera había instigado) fue decidido en mi favor en diciembre de 2004, los pagos mensuales para los diez años hasta el diciembre de 2014 fueron más bien “modestos” en comparación con los ingresos de mi ahora próspera empresa informática de un solo hombre en Mallorca. Así me tocó la decisión entre la oportunidad de vivir la vida en la alta sociedad como un hombre de negocios muy rico en la soleada isla de Mallorca, o cumplir con el pacto que hice con Dios en 1999, en el cual me había comprometido de entregar mi vida sólo a Él. Ya había estado orando por un año por una ocasión de irme a un país pobre por la causa de Dios. Ahora tenía los medios a través de la herencia... pero eso significaba decir adiós a la empresa, que después de ocho años duros de privación y pobreza había tenido éxito.
Todos ustedes saben cómo decidí. Puse la empresa como una ofrenda a los pies del Señor y abandoné mis clientes. Estaban terriblemente decepcionados e incluso me ofrecieron más dinero, pero nada podía disuadirme de renunciar a mi seguridad financiera y cumplir mi promesa para con Dios. Me di cuenta de que mi empresa había prosperado sólo porque Satanás quería tenderme una trampa.
Sin embargo, todavía tenía un problema. Los desembolsos mensuales que recibía estaban en un marco que no me permitiría saltos grandes. Mi sueño era construir un centro de vida sana en Paraguay, pero yo no conocía el país y las circunstancias. Había alternativas... orfanato, escuela misionera, escuela bíblica... y mucho más.
Quería saber, cuál era la voluntad de Dios respecto a lo que debería construir en Paraguay. Y sentí que sería dependiente de la cantidad de tiempo que me quedaría para llevar a cabo el plan de Dios. Oré sobre esto y Le pedí a Dios a saber cuál era Su voluntad, y cuánto tiempo tendría para edificar “algo” para Él en Paraguay.
En esta oración muy intensa, recibí primero el siguiente consejo:
“Si quieres saber cuánto tiempo te queda, tienes que comenzar donde los pioneros pararon. ¡Comienza en Daniel 8:14 y entra en el santuario!”
Este consejo también se puede encontrar en la Biblia, en un salmo profético del rey David:
Cuando pensé para saber esto, Fue duro trabajo para mí, Hasta que entrando en el santuario de Dios, Comprendí el fin de ellos. (Salmo 73:16-17)
David se había preguntado cuánto tiempo los malvados prosperarían. Y la respuesta a esa pregunta estaba escondida en el santuario. Sólo los que entran en el santuario pueden encontrar la respuesta a la pregunta de cuánto tiempo el período de gracia duraría.
Mi oración aún no había terminado, así que Le pregunté a Dios lo que Él quería decir con eso. ¿Dónde en el santuario podría encontrar la respuesta oculta a mi pregunta? ¿Qué significaba que tendría que empezar donde los pioneros habían parado?
Dios contestó y me dijo que la respuesta está en la Biblia y se quedó justo donde el verso paralelo a Daniel 8:14 fue escrito. Daniel 8:14 simboliza no sólo el inicio del Juicio Investigador, sino también el movimiento Millerita, y está simbolizado por el pequeño libro de Apocalipsis 10 que sería una decepción amarga en el vientre.
Profetizar otra vez
Los pioneros adventistas fueron bendecidos con la comprensión del santuario celestial después de la Decepción, y cuando la verdad del sábado salió a la luz, pronto se dieron cuenta de que tenían que avanzar predicando el mensaje del tercer ángel de acuerdo con el siguiente versículo:
Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes. (Apocalipsis 10:11)
¡Qué maravilloso es caminar en la luz y ser confirmado por la Palabra de Dios sea a través de la victoria o la decepción! Las otras iglesias protestantes, en cambio, cavaron su propia tumba al rechazar finalmente la profecía de las 2300 tardes y mañanas. Para ellos, la profecía de tiempo más grande de la Biblia había fallado, dejando nada más que escombro. Así, las iglesias protestantes, que habían clamado una vez “sola scriptura”, perdieron su razón fundamental de existencia. A partir de entonces, consideraban la Biblia como defectuosa, y anduvieron en tinieblas hasta nuestros días. También rechazan el sábado del séptimo día por la misma razón.
Apocalipsis 10:11 confirmó a los primeros adventistas que su tarea era la de predicar el mensaje del tercer ángel, pero dejaron de cumplir la profecía después de ese versículo. El siguiente versículo nos da instrucciones específicas para ayudarnos a entender cuánto tiempo sería necesario para purificar el santuario. Tengan en cuenta que las divisiones de capítulos y los números de versículos en la Biblia no son inspirados, y en este caso la división de capítulos cae en un lugar inadecuado. Vamos a leer los versículos que pertenecen juntos:
Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes. Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él. (Apocalipsis 10:11-11:1)
Ahora vamos a seguir las instrucciones del ángel en este versículo. Primero, él dice: “Levántate, y mide el templo de Dios.” Se supone que debemos usar la caña dada por el ángel para medir. Esta caña se muestra de nuevo en el capítulo 21:
El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro. La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales. Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos, de medida de hombre, la cual es de ángel. (Apocalipsis 21:15-17)
Aquí el ángel nos da dos medidas de la Nueva Jerusalén después del milenio. Esto parece ser una valiosa información en respuesta a nuestra búsqueda, así que vamos a tomar nota de ella:
- 12.000 estadios (ciudad)
- 144 codos (muro)
El lector atento podría preguntarse por qué aceptamos las medidas relativas a la “ciudad”, cuando se nos instruyó a medir el “templo”. Esta pregunta es respondida por Jaime White, quien en Una Palabra al Pequeño Rebaño explica que la ciudad entera de la Nueva Jerusalén, la cual no tendrá ningún templo después del milenio, será el mismo templo:
EL TEMPLO DE DIOS
“Y el templo de Dios fue abierto en el cielo y fue visto en su templo el arca de su testamento”. Apoc. 11:19.
El Templo de Dios en el cual está el arca de su testimonio, está en el cielo. Pablo mientras estaba en visión, fue llevado al tercer cielo, o paraíso el cual creemos que es la Nueva Jerusalén. La palabra cielo, es aplicada a otros lugares fuera de la Nueva Jerusalén (vea Gen. 1:8,17, y Apoc. 14:6). Pero dado que no contienen el Templo de Dios, debo creer que el cielo en el cual está el Templo de Dios, es la Nueva Jerusalén. La antigua Jerusalén, y su Templo eran tipos de la Nueva Jerusalén, y del Templo de Dios que está en ella. El arca conteniendo las tablas de piedra, en las cuales Dios escribió los diez mandamientos con su propio dedo, fueron colocadas en el Lugar Santísimo. Cuando Juan tuvo una visión de la apertura del Templo de la Nueva Jerusalén, él vio el arca en el mismo lugar en el antitipo como lo estaba en el tipo.
Por lo tanto, está claro que la Antigua Jerusalén, su Templo, y el mobiliario de aquel Templo, poseen distintivos antitipos en el Paraíso. Que el Paraíso fue alzado de la tierra después de la caída del hombre, está claro, ya que no existe un lugar así sobre la tierra que pueda responder a la descripción dada por Moisés. Gen. 3:23-24. También, el profeta dice: “He aquí, vendrá el tiempo, en que estas cosas que os he dicho vendrán a pasar, y aparecerá la Novia, y viniendo ella será vista, que ahora es quitada de la tierra. 2 Esdras 7:26. Los fundamentos, paredes, y puertas de la Nueva Jerusalén ciertamente fueron hechos en el paraíso, cuando la Antigua Jerusalén ya había sido edificada; si así no fuese, entonces la Nueva sería más vieja que la Antigua. Abrahán por la fe buscaba esta Ciudad “que tiene fundamentos,” pero no esperaba encontrarla, hasta que los fieles fuesen resucitados. El Templo de la Antigua Jerusalén fue construido a propósito para el culto del Antiguo Pacto. El Templo, o el Santuario de la Nueva Jerusalén, del cual Cristo es el ministro, fue construido por el Señor y no el hombre, especialmente para el culto del Nuevo Pacto. Por ello, cuando Cristo haya terminado su ministerio en el santuario celestial, y haya redimido a su pueblo, no habrá más uso para el Templo de la Nueva Jerusalén, así como sucedió con el Templo de la Antigua Jerusalén, después de que Jesús hubo clavado la ley ceremonial en la cruz. Juan tuvo una visión de la Santa Ciudad cuando descienda, Apoc. 21:10, al término de los 1000 años, Apoc. 20:7-9, y dijo, “Y no vi templo en ella; porque el Señor Dios Todopoderoso y el Cordero son el templo de ella, Apoc. 21:22. Él no nos dice que habrá sucedido con el templo, pero su decir que no vio ningún Templo en ella en aquel tiempo, indica que él había visto uno antes en ese lugar. La Santa Ciudad es llamada el Tabernáculo de Dios, Apoc. 21:3, Isa. 33:20; pero no es llamada de esa manera, hasta que es colocada en la Nueva Tierra. La Ciudad también es llamada el Templo de Dios, Apoc. 17:15 [7:15]; pero no antes que los santos hayan sido resucitados, y hayan sido reunidos en la Ciudad, en la cual servirán a Dios “día y noche”. Entonces la Santa Ciudad sola, será el Tabernáculo, o Templo de Dios.
{Una Palabra al Pequeño Rebaño}
Sin embargo, estas son dimensiones lineales y no nos dicen nada sobre el tiempo. ¿Podría ser que necesitamos saber ambos, las dimensiones lineales, así como el tiempo? Ya lo veremos, pero primero vamos a continuar con la siguiente parte de las instrucciones del verso 11:1 y medimos “el altar”. ¿Dónde encontraremos las medidas del altar? El ángel que mide la Ciudad Santa no nos dijo nada sobre el altar. Sin embargo, nos dio una idea de dónde buscar al mencionar que el codo del ángel es “de medida de hombre”. De hecho, había otro hombre en la Biblia que se le dio también las mediciones del templo de Dios de acuerdo con una vara de medir:
En visiones de Dios me llevó a la tierra de Israel, y me puso sobre un monte muy alto, sobre el cual había un edificio parecido a una gran ciudad, hacia la parte sur. Me llevó allí, y he aquí un varón, cuyo aspecto era como aspecto de bronce; y tenía un cordel de lino en su mano, y una caña de medir; y él estaba a la puerta. (Ezequiel 40:2-3)
Ezequiel vio la ciudad de Jerusalén con su templo en visión, y se le dio sus múltiples dimensiones. Este templo nunca fue construido, y durante miles de años, los estudiantes de la Biblia se han preguntado lo que podría significar. El Comentario Bíblico Adventista postula que podría haber sido una profecía condicional que nunca se cumplió. Incluso uno podría preguntarse si era una visión de la Nueva Jerusalén, pero la idea es rápidamente refutada por el hecho de que Ezequiel vio muchas abominaciones cometidas en ella, lo que no ocurre en la Jerusalén celestial. Pronto descubriremos que se trata de un tipo para la Iglesia Adventista del Séptimo Día, que dice mucho por sí mismo. Por el momento, estamos buscando una información muy importante que se oculta entre sus dimensiones.
Hay muchas, muchas medidas dadas en los capítulos siguientes, incluso sólo para el altar. ¿Cómo sabemos cuál es la medida que necesitamos? Recuerde que estamos en una búsqueda para averiguar cuánto tiempo el Juicio Investigador debe durar. Es una cuestión de tiempo, y hasta el momento las medidas que hemos encontrado en el Apocalipsis no son medidas de tiempo. Deberíamos buscar una medida de tiempo, y de hecho encontramos exactamente una relacionada con el altar:
Por siete días harán expiación por el altar, y lo limpiarán, y así se consagrarán. (Ezequiel 43:26, RVG)
Este versículo no sólo nos da una medida de tiempo, sino la medida dada es incluso específicamente relacionada con la purificación del santuario, que es exactamente lo que estamos buscando. Tengan en cuenta que, durante estos días, los sacerdotes debían consagrarse. Como una cuestión de autoexamen, los adventistas en particular, que han tenido el cargo de la doctrina del santuario, deben preguntarse si se habían consagrado como sacerdotes durante este período de tiempo. Incluso las personas quienes fueron apartadas por Dios como sacerdotes, no podían servir en los servicios del santuario hasta que habían pasado por un proceso de purificación individual. ¿Has consagrado tu corazón y tu vida al servicio de Dios, de modo que puedes trabajar para Él durante estos últimos momentos fugaces de tiempo?
Ahora vamos a pensar por un momento. ¿Qué templo tarda siete días para ser purificado? El templo terrenal lo hace. Recuerda que el templo terrenal fue modelado según el celestial, al igual que el tabernáculo de Moisés fue hecho según el modelo que le fue mostrado en el monte. También nos enteramos a través del ángel en Apocalipsis que las mediciones de la Nueva Jerusalén son “conforme a la medida de un hombre” o, en otras palabras, de acuerdo con un plan o patrón. Por lo tanto, Ezequiel vio las medidas del “plan de construcción” terrenal o “patrón” del santuario celestial; él vio su homólogo terrenal. Esto es doblemente confirmado por la visión de Ezequiel en sí.
Tú, hijo de hombre, muestra a la casa de Israel esta casa, y avergüéncense de sus pecados; y midan el diseño de ella. (Ezequiel 43:10)
Tenemos que saber cuánto tiempo durará la purificación del santuario celestial, pero sólo sabemos que la de su contraparte terrenal duró siete días. Aquí es donde un poco de experiencia como un limpiador de alfombras puede ser útil. Si una sala de 100 metros cuadrados dura 15 minutos para limpiar, es fácil calcular cuánto tiempo una casa de 2.000 metros cuadrados duraría: es decir 5 horas. Simplemente calculamos 15 minutos multiplicado por la proporción de 2000 metros cuadrados dividido por 100 metros cuadrados y en este caso convertimos el resultado de minutos a horas. El tiempo de limpieza “escala” de acuerdo con la cantidad de la limpieza por hacer. En este ejemplo, el factor de escala es de 2000 metros cuadrados divididos por 100 metros cuadrados, lo que equivale a 20. (Las unidades de metros cuadrados se anulan entre sí, por lo que la proporción o escala es sólo un simple número sin unidades.) Tarda 20 veces más tiempo para limpiar una casa de 2000 metros cuadrados en comparación con una sala de 100 metros cuadrados.
Sabemos que el santuario terrenal llevó siete días para ser purificado, pero ¿cuál es el factor de escala entre el plan terrenal y el santuario celestial mismo? Recuerdan que nos fueron dados dos dimensiones de la Nueva Jerusalén. Si podemos encontrar su contraparte en el plan terrenal, podemos establecer el factor de escala. ¿Cuál de las dos dimensiones deberíamos buscar? Una pista es que las dimensiones de la ciudad en Apocalipsis se dan en estadios, pero no hay estadios utilizados en el plan de Ezequiel y tendríamos un difícil trabajo en encontrar un factor de conversión. Además, el ángel nos da otra pista en la próxima parte de su instrucción que debemos medir “los que adoran en él.”
Jesús es la norma del carácter para la medición de los seres humanos, y todos estamos destituidos de la altura de Su estándar. La medida de un hombre es la medida de cuánto pecado le separa de Dios, que es también una medida de la cantidad de limpieza necesaria en su corazón en la obra de la santificación. Esa es la razón por la cita anterior de Ezequiel 43:10 que habla de mostrar a la casa de Israel (a la casa del adventismo) sus iniquidades midiendo el patrón. Así pues, nuestra atención está llevada a la segunda medición dada en Apocalipsis: la altura del muro que separa a los pecadores de la presencia de Dios. Y en los registros de Ezequiel, el muro es aún la primera medida que él nos da.
Y he aquí un muro fuera de la casa; y la caña de medir que aquel varón tenía en la mano era de seis codos de a codo y palmo menor; y midió el espesor del muro, de una caña, y la altura, de otra caña. (Ezequiel 40:5)
Aquí descubrimos que la altura del muro en el “plan” es de una caña, o seis codos. En este punto, asumimos que la altura del muro de la separación en el plan de Ezequiel y en la Nueva Jerusalén es dada en las mismas unidades de medida de codos. Para ser meticuloso, debemos asegurarnos de que estas unidades son realmente las mismas. Ezequiel señala que el codo utilizado aquí es de “un codo y un palmo”, o codo real. ¿Es este codo el mismo que se utilizó en las mediciones del Apocalipsis? Podemos estar seguros de que era así por las razones siguientes. En primer lugar, el codo real se utilizó en los proyectos de construcción del rey, y tiene sentido que sería la unidad utilizada por el ángel de la Nueva Jerusalén del Rey. En segundo lugar, el ángel en Apocalipsis elimina toda duda al decirnos que sus medidas son de acuerdo con la medida de un hombre, es decir, del hombre Ezequiel, siendo el único otro hombre en la Biblia que tiene que ver con una caña de medir.
Por lo tanto, podemos calcular el factor de escala como sigue:
144 codos ÷ 6 codos = 24
Ahora sabemos que duraría 24 veces más tiempo para limpiar el santuario celestial en comparación con lo terrenal. Ya que sabemos que el santuario terrenal necesita siete días para ser purificado, podemos ahora calcular el tiempo de la purificación del santuario celestial:
7 días × 24 = 168 días
Eso, por supuesto, se traduce en tiempo profético a 168 años literales para purificar el santuario celestial, que reconocemos de inmediato por el estudio de Orión como correspondiente al juramento del hombre sobre el río para la duración del Juicio de los Muertos. El Juicio de los Vivos aún requerirá tiempo adicional a los 168 años, como lo indica el hecho de que los siete días de la limpieza del altar no son el fin del asunto. Los sacerdotes debían consagrarse durante los siete días, pero después las ofrendas del pueblo serán aceptadas. La aceptación de Dios es prometida por el octavo día en adelante por las ofrendas continuas:
Y acabados estos días, del octavo día en adelante, los sacerdotes sacrificarán sobre el altar vuestros holocaustos y vuestras ofrendas de paz; y me seréis aceptos, dice Jehová el Señor. (Ezequiel 43:27)
Así, las ofrendas del pueblo comenzando en el “octavo día” en adelante, corresponden al Juicio de los Vivos. Este es el tiempo durante el cual van a morir los mártires y muchos serán llamados a salir de Babilonia. La garantía dada en este versículo es: “Y me seréis aceptos, dice Jehová el Señor.” La sangre de los mártires es preciosa a Sus ojos.
Junto con la profecía de los 2300 días/año que expiró en 1844, tenemos no sólo la respuesta a cuánto tiempo durará la purificación, sino también otra base para predicar un mensaje de tiempo como el Clamor de Medianoche de Guillermo Miller. Queridos amigos, ahora sabemos algo que absolutamente nadie sabía antes. Por favor, no se alejen viendo sólo números. El santuario celestial es real, es la Ciudad Santa, la Nueva Jerusalén. Los que estarán entre los 144.000 ¡incluso tendrán el nombre “Nueva Jerusalén” escrito en sus frentes!
El contexto de Apocalipsis 10:11 es el Gran Chasco, y donde dice “Es necesario que profetices otra vez”, se refiere correctamente al mensaje del tiempo del Clamor de Medianoche que condujo a ello. Fue la profecía de la Segunda Venida que tenía que ser profetizada otra vez. En ese sentido, la predicación del mensaje del tercer ángel no era un tan completo cumplimiento del versículo como es la predicación de un mensaje de tiempo del inmediato retorno de Cristo poco después del fin de la purificación de 168 años del santuario celestial.
Las palabras, que Ezequiel nos entregó, tienen gran importancia en el contexto actual del “verdadero” Clamor de Medianoche del segundo Miller:
Hijo de hombre, ¿qué refrán es este que tenéis vosotros en la tierra de Israel, que dice: Se van prolongando los días, y desaparecerá toda visión? Diles, por tanto: Así ha dicho Jehová el Señor: Haré cesar este refrán, y no repetirán más este refrán en Israel. Diles, pues: Se han acercado aquellos días, y el cumplimiento de toda visión. Porque no habrá más visión vana, ni habrá adivinación de lisonjeros en medio de la casa de Israel. Porque yo Jehová hablaré, y se cumplirá la palabra que yo hable; no se tardará más, sino que en vuestros días, oh casa rebelde, hablaré palabra y la cumpliré, dice Jehová el Señor. Y vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, he aquí que los de la casa de Israel dicen: La visión que éste ve es para de aquí a muchos días, para lejanos tiempos profetiza éste. Diles, por tanto: Así ha dicho Jehová el Señor: No se tardará más ninguna de mis palabras, sino que la palabra que yo hable se cumplirá, dice Jehová el Señor. (Ezequiel 12:22-28)
Hay muchas preguntas abiertas en nuestro Comentario Bíblico Adventista respecto al templo de Ezequiel. Nadie sabía lo que significaba realmente el templo. Se entendía en general que era algo como un “perfecto” diseño, que nunca fue construido. Nuestros expertos opinan que Ezequiel había dado una profecía condicional, y que él vio el templo que se hubiera construido si Israel no habría crucificado a Jesús. Como podemos ver ahora, esta profecía fue el escondite de dimensiones que nos permitieron saber cuándo el Juicio de los Muertos iba a terminar. Es un “recipiente” que contiene verdades específicas que conducen pronto a un estudio igualmente fantástico como el estudio de Orión.
Una vez más, hemos resuelto al menos dos rompecabezas sobre los cuales nuestros escolares del Comentario sólo anduvieron a tientas. Ahora sabemos lo que significa que el codo en el Apocalipsis es “conforme a la medida de un hombre,” y tenemos una comprensión más profunda del significado del templo nunca construido de Ezequiel y cómo el confirma la fórmula de Orión.
¿Hay más en la Fórmula?
A primera vista, este estudio parece simplemente tener el mismo resultado que el estudio de Orión y el juramento de Daniel 12, pero ¿es esto realmente el caso? Echemos un vistazo más de cerca a las fórmulas de los diversos estudios.
En primer lugar, la fórmula del hombre (Jesús) sobre el río en Daniel 12 es la siguiente: Jesús (7) jura (x) a dos (2) hombres (12) a cada lado del río (+). El río marca la crucifixión de Jesús y por lo tanto separa dos rangos de tiempo y dos grupos de la humanidad el uno del otro: aquellos simbolizados por los patriarcas de las 12 tribus de Israel que miraron hacia el futuro a un Mesías venidero y aquellos simbolizados por los 12 apóstoles que miran al pasado y confían en el Salvador que ha venido. La expresión se escribe como sigue:
(12 × 7) + (12 × 7)
Jesús muestra Su papel en el plan de salvación por esta expresión, es decir, que Él es el Ángel del Nuevo Pacto, y Él proveyó la justificación de los vivos y de los muertos a través de Su sacrificio. (Los 144.000 constituyen los vivos.)
En segundo lugar, la fórmula de la corte celestial de Apocalipsis 4 nos dio la primera idea de cómo el reloj de Orión iba a funcionar. En la sala del tribunal, encontramos los tres miembros del Consejo Divino (3) y los cuatro seres vivientes (4) que componen siete (7) seres. Ellos están rodeados de veinticuatro (24) ancianos. Identificamos este como un reloj de 24 horas con siete años terrenales correspondientes a cada hora del día. Por lo tanto, la fórmula es:
24 × 7
Dios el Padre es el Juez Supremo del universo y Él fue quien se sentó y abrió la sesión de la corte. Dios el Padre Le dio el Libro de los Siete Sellos (el reloj de Orión) a Jesús, quien abrió el primer sello en 1846 como nuestro Abogado. Esta fórmula muestra el papel del Padre como Supremo Juez y gobernador del tiempo. Es por ello por lo que sólo el Padre sabía el tiempo antes del Juicio Investigador. Dios el Padre tiene la última palabra en la corte, y la glorificación de los santos depende de Él.
En tercer lugar, la fórmula para el santuario terrenal que hemos estado estudiando en este artículo, una vez más tiene una sutil diferencia en comparación con las dos primeras fórmulas, aunque todos ellas equivalen al mismo resultado de 168. En este estudio, hemos encontrado una medición de tiempo de siete (7) días/año multiplicado por un factor de escala de veinticuatro (24). Por lo tanto, la fórmula es una imagen de espejo de la anterior:
7 × 24
El factor de 24 se calcula como el cociente de dos alturas de muros que apuntan a la obra del Espíritu Santo en nosotros, nuestra purificación para que podamos superar el muro del pecado que nos separa del cielo. Este es el proceso de la santificación.
Las tres fórmulas armonizan perfectamente entre sí y, con la belleza de la palabra de Dios, muestran la tarea específica de cada Miembro de la Divinidad en el plan de salvación.
Todavía hay otra hermosa comparación. Ya hemos visto cómo la fórmula para el santuario terrenal refleja la fórmula para el santuario celestial. Puesto que la fórmula para el santuario celestial fue descifrada por completo por el Reloj de Orión con sus 24 períodos de 7 años cada uno, también debe existir un estudio que descifra completamente la fórmula del santuario terrenal de los 7 períodos de 24 años cada uno, que también nos dará perspectivas de la historia de la Iglesia Adventista y de nuestro destino.
El Reloj de Orión es simbolizado por siete estrellas e indica no sólo el pasado sino también el futuro año del regreso de Cristo. ¿Qué creen ustedes que podrían ser los símbolos para el estudio de tiempo de su contraparte? ¿Qué clase de información creen que vamos a recibir? ¿Creen que en realidad nos puede dar la fecha exacta de la Segunda Venida de Jesús y tal vez aun del comienzo del tiempo de angustia, de la ley dominical en Europa y los EE. UU., del cierre de la puerta de la gracia, y mucho más? ¿Creen ustedes que los cuerpos celestes de nuevo jugarán un papel? Si fuera así, ¿cuáles creen ustedes estarían adecuados para representar el santuario “terrenal”, ya que las estrellas lejanas representaban el santuario celestial?
Alegraos conmigo por las revelaciones maravillosas que provienen de nuestro Señor Jesucristo, Dios el Padre, y el Espíritu Santo, los cuales están dando esperanza y valor a Su pueblo en aflicción. Consideren las palabras de la profetisa verdadera, que siempre dijo la verdad y por su fidelidad estará con los 144.000 para ver la llegada de esa pequeña nube tan esperada.
La palabra de Dios ha de ser nuestro estudio. Hemos de educar a nuestros hijos en las verdades que allí encontramos. Es un tesoro inagotable; pero los hombres no lo encuentran porque no lo buscan hasta posesionarse de él. Muchos se contentan con una suposición acerca de la verdad. Se conforman con una obra superficial, dando por sentado que tiene todo lo que es esencial. Consideran los dichos de otros como la verdad, y son demasiado indolentes para aplicarse a un trabajo fervoroso y diligente, representado en la Palabra por el acto de cavar para hallar el tesoro oculto. Pero las invenciones de los hombres no solamente no son dignas de confianza, sino que son peligrosas, pues colocan al hombre en el lugar que corresponde a Dios. Colocan los dichos de los hombres donde debería hallarse un “Así dice Jehová”. {PVGM 81}
El primer hombre que calculó correctamente el principio del Juicio fue Guillermo Miller. Él no conocía la cita anterior, pero vivió a la altura de ella. Su obra consistía en “comer el librito” de Apocalipsis 10, como se registra allí en el Libro de los libros de todos los tiempos.
Según su propio sueño (Primeros Escritos, pág. 82), otro hombre iba a recibir el honor de ser guiado por el Espíritu Santo para encontrar tesoros ocultos en la Palabra de Dios - tesoros que brillarán diez veces más que los de Miller. El mayor tesoro, que Miller encontró, fue el comienzo del juicio celestial. En 2004/2005 comenzó otra caza de tesoros cuando el profetizado segundo “Miller” siguió donde los pioneros pararon, y él encontró lo que tenía que ser “profetizado otra vez” - el fin del juicio en el cielo y el retorno inminente de Jesús. Esta segunda búsqueda del tesoro sólo fue posible porque dejé mi empresa, mis clientes y mi antiguo estilo de vida en el altar de Dios, y me “consagré” a mí mismo para trabajar sólo para Él.
Así pues, el segundo y verdadero Clamor de Medianoche anunciando la Segunda Venida de Jesús está cumpliendo completamente Apocalipsis 10:11, y Apocalipsis 11 indica que esta vez no terminará en una decepción. Por eso, el tesoro del segundo Miller brilla diez veces más, como las estrellas del cielo... y al igual que la estrella de Belén guiara a los reyes magos al pesebre del Rey recién nacido, las estrellas del cielo conducirán los sabios de hoy a la venida del Rey de la Gloria.