El Último Conteo
22 de octubre de 2016: Declaración Oficial del Ministerio ÚltimoConteo

La Gran Multitud

Después de todas las evidencias que hemos compartido en los últimos siete años, hemos sabido que Jesús vendría ahora.

Durante el tiempo de la Fiesta de los Tabernáculos este año, Jesús nos condujo a través de un “campo de entrenamiento” especial. Todo el movimiento fue llamado, no a celebrar la Fiesta de los Tabernáculos, sino a vivir en carpas durante ese tiempo. Allí, reconocimos que Jesús quería que nosotros pensáramos acerca de los patriarcas bíblicos como los judíos lo hacen durante la fiesta y vernos a nosotros mismos como los pastores que recibieron las buenas nuevas de Su venida.

En cada día de la fiesta, fuimos instruidos por el Espíritu Santo, y después de unos días de muy buenas noticias y una comprensión más profunda de nuestra misión, entendimos que podíamos ser egoístas al dar lugar al rapto antes de la tribulación. Nos habríamos ido al Cielo—pero sólo aquellos que habían recibido el sello completo de Dios, incluyendo un conocimiento especial que define a los 144.000.

Muchas personas que no fueron selladas con ese conocimiento, así como aquellos que sólo copiaron el “24 de octubre del 2016” en sus frentes en sus fotos de perfil de Facebook, en realidad no tenían ese sello. De hecho, Jesús nos mostró que fueron selladas para la muerte, debido a que les faltaba la parte del sello que les habría permitido atravesar el gran tiempo de angustia con vida. Ellos también habrían perdido sus vidas eternas porque la destrucción habría venido sobre la tierra sin misericordia.

Reconocimos que esa era la intención de Dios para ellos y para el mundo. Sin embargo, también nos dimos cuenta de que necesitábamos interceder por ellos como lo hizo Moisés, pidiéndole a Dios que los perdonara. Él nos explicó que un gran sacrificio era necesario para que eso ocurra – un sacrificio similar al que Jesús hizo en la cruz. Tuvimos que demostrar que habíamos llegado a la plena estatura de Cristo al hacer el sacrificio.

POR LO TANTO, POR LA PRESENTE DECLARAMOS OFICIALMENTE, para que todo el mundo lo lea, QUE EL MIÉRCOLES 19 DE OCTUBRE DEL 2016, NOSOTROS SOLICITAMOS QUE JESÚS – quien ya había cesado Su intercesión, y ya había dejado el Lugar Santísimo, y ya estaba en camino a la Tierra – SE ABSTUVIERA DE VENIR TODAVÍA, Y PARA QUE EL PADRE ENVIE EN SU LUGAR OTRO GRAN DERRAMAMIENTO DEL ESPÍRITU SANTO para que el fuerte pregón que la Iglesia Adventista del Séptimo Día debió haber sonado pueda repetirse durante una hora celestial, que es siete años terrestres.

En el huerto de Getsemaní, Jesús preguntó: “¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?” Tuvimos nuestro Getsemaní esa semana. Nos hubiera gustado que la copa de burla y el dolor pasara de nosotros, pero eso no habría sido amor. “De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas”, y porque amamos no sólo a Dios, sino también a nuestros prójimos, estábamos listos para ofrecer ese sacrificio. Le pedimos a Jesús que detuviera Su venida por otros siete años, y le pedimos que nos dejara ayudar a otros y “enseñar la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad.”

No escribimos estos párrafos para los incrédulos y burlones, quienes dirán no importando qué, que somos mentirosos y que inventamos estas cosas. En los últimos siete años (que pensamos serían los únicos siete años de nuestro ministerio) escribimos aproximadamente 1.800 páginas de evidencia de que Jesús vendría ahora. Nada de eso era incorrecto. Todo era la verdad pura, según lo enseñado por el Espíritu Santo.

Hacemos esto por el dolor de ver morir a nuestros hermanos y hermanas, muchos de los cuales acababan de empezar a creer el mensaje, hambrientos del pan que ya no estaría disponible en la tierra hasta que el mundo termine en la destrucción total de acuerdo con los siete años de Ezequiel 39. Ellos habrían sido abandonados sin ninguna esperanza. Así que le pedimos al Señor que nos dejará con ellos, y que todavía les diera el Pan de Vida.

Al contrario de lo que nuestros enemigos siempre han dicho, no terminaremos nuestro ministerio en la derrota. Ya hemos pedido seis nuevos nombres de dominio y seis servidores nuevos y potentes que están listos para encontrar lo que Dios nos ha mandado a encontrar: la gran multitud.

Todo el que lea este mensaje es llamado una vez más a revisar con esperanza lo que Dios nos ha enseñado en los primeros siete años, para estar listos para morir por la verdad como un testigo y como un mártir de Dios en el segundo conjunto de siete años.

La puerta se cerró para la humanidad. Pero ahora Filadelfia Le ha pedido a Jesús – quien tiene la llave de David – que abra la puerta para la humanidad una vez más. Ahora todo el mundo tiene otra oportunidad en estos siete años para salir de Babilonia – lo que significa renunciar a cada iglesia organizada a la que pertenecen, y venir a nosotros, la verdadera iglesia de Dios.

Queremos dejar claro que somos de corazón abierto a todos los seres humanos que se comuniquen con nosotros, pero nuestros corazones están cerrados por Dios hacia nuestros ex hermanos Adventistas del Séptimo Día que ya rechazaron el mensaje de Orión cuando se les presentó. Ese es el pecado imperdonable contra el Espíritu Santo, porque es Su mensaje. Estamos dispuestos a sufrir por todos nuestros enemigos, incluso los enemigos de Dios, para quienes la puerta estaba cerrada con anterioridad. Estamos dispuestos a pasar por la gran tribulación con ellos, a través de una guerra nuclear, a través de las plagas reales y literales, y a permanecer en pie con ellos. Estamos dispuestos a darles la mano, ayudarles, aconsejarlos, consolarlos, a excepción del grupo que fue excluido por Dios mismo.

Esperamos dar la bienvenida a la gente de buen corazón que son dignos de recibir la bendición que ya tenemos en nuestras manos.

Este mensaje fue escrito dos días antes de la fecha en que la mayoría de nuestros seguidores estaban esperando la venida de Jesús. Si Jesús viene a pesar de nuestra petición, todos los que lean esto serán condenados a la muerte eterna sin ninguna esperanza.

Sus amigos,
los granjeros de la nube blanca, los adventistas del gran sábado, y los 144.000 que ya tenían un pie en la puerta de la Ciudad Santa.

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